Jaime Castillo Cruz
En México estamos a punto de un cambio radical en el enfoque de la educación pública en la cotidianidad de las escuelas del nivel de educación básica. El ciclo académico 2023 -2024 inicia con su primer día de clases el 28 de agosto de 2023. Esto implica poner en práctica el Plan de Estudio de educación preescolar, primaria y secundaria 2022 y los programas sintéticos relacionados con el mismo, así como hacer uso de los materiales educativos creados con base en el enfoque, principios y planteamientos legales, pedagógicos, epistemológicos y sociales que dan sustento al currículo de lo que se denomina Nueva Escuela Mexicana en la política educativa del actual gobierno federal.
Todo esto conlleva la necesidad de adecuar la gestión del servicio educativo en las escuelas públicas de Educación Básica principalmente, aunque de algún modo tendrá también repercusiones en las escuelas privadas. Un factor clave será, sin lugar a dudas, la relación con la comunidad en la que se encuentra cada escuela, por su ubicación geográfica, por su composición poblacional, por las instituciones públicas y privadas que coexistan con la propia escuela, por los diversos grupos de interés y liderazgos existentes. En este sentido, en la gestión escolar es indispensable reconocer que tanto la institución escolar como la comunidad son entes vivos, dinámicos; la primera, como parte del Estado mexicano y la segunda, como parte de la sociedad. En la relación escuela - comunidad se crea la necesidad de que haya coincidencia en intereses, en objetivos y en acciones que den alta prioridad a la formación de niñas, niños y adolescentes.
Al considerar lo anterior, la gestión del servicio educativo en la escuela pública resulta algo más compleja, porque en la política educativa nacional hay la intencionalidad de incidir sobre la propia vida de las comunidades. Así pues, planear la organización y funcionamiento de la escuela pública deberá tomar en cuenta esta intencionalidad. Para ello, el conocimiento de cada comunidad resulta fundamental para poder decidir qué es posible y qué no, hasta dónde la acción educativa de la escuela podrá intervenir en la vida, organización y dinámica de la comunidad, bajo el principio del respeto a los derechos humanos de todas las personas. Otro aspecto prioritario será el monitoreo de la relación escuela-comunidad, pues aportara información oportuna que permita tomar decisiones a directivos escolares y docentes en el sentido de lograr los fines educativos de la escuela pública de Educación Básica.
La puesta en operación del Plan de Estudio 2022 y los programas sintéticos en los hechos ocurrirá al mismo tiempo en todas las fases del nuevo modelo educativo, lo que en sí mismo induce a que los directivos y docentes pongan en práctica tanto un enfoque estratégico como táctico en la planeación de la organización y funcionamiento de la escuela pública mexicana en el nivel de Educación Básica. La perspectiva estratégica permitirá clarificar la misión, visión y valores de la escuela pública en el contexto de cada comunidad; la perspectiva táctica orientará la toma de decisiones y acciones de corto plazo en los diversos ámbitos del programa escolar de mejora continua, incluido lo previsto en el programa analítico, instrumento este de la planeación de la gestión propiamente pedagógica.
La Nueva Escuela Mexicana es más que un nuevo plan de estudio, que programas sintéticos o libros de texto. En la práctica esto será evidente. Para el magisterio nacional en sus manos estarán próximamente muchos retos a resolver cotidianamente. El compromiso ético profesional, la experiencia laboral y su formación profesional serán clave para el éxito de la tarea educativa en las condiciones que ahora establece la política educativa del actual gobierno federal.