lunes, 15 de marzo de 2021

A un año sin clases presenciales

¿Qué es prioritario aprender después de un año sin clases presenciales?

 

Jaime Castillo Cruz


En unos cuantos días en México se cumplirá un año sin clases presenciales. La situación obligó a buscar alternativas para dar continuidad al aprendizaje y el servicio educativo tanto en instituciones educativas públicas como privadas, desde el nivel básica hasta la educación superior. La emergencia de la educación a distancia se hizo presente con mucha fuerza, la tendencia a nivel mundial dio fortaleza al uso de las tecnologías de la información y la comunicación para la educación.


En el contexto de la contingencia sanitaria mundial, se hizo también muy evidente la desigualdad social, económica, cultural y tecnológica, ya de países, de regiones e incluso de individuos. Esa desigualdad genera riesgos de atraso y abandono escolar, poniendo en alto riesgo el derecho a una educación de excelencia para una cantidad importante de niñas, niños, adolescentes y jóvenes.


Por ello, la pregunta actual es: ¿qué es prioritario aprender para revertir los riesgos de abandono y atraso escolar? Para responder a esta interrogante primero hay que reconocer y valorar en su justa medida el esfuerzo de maestras y maestros por conseguir el aprendizaje de sus alumnas y alumnos. ¿Qué tanto lograron? Para saberlo, se requiere de un diagnóstico personal para crear entonces planes de intervención pedagógica personalizados, que atiendan las necesidades de aprendizaje de cada educando. Sin embargo, se requiere delinear un bagaje común a todos para dar continuidad a su educación en los próximos periodos académicos, consiguiendo revertir efectos indeseables.


Sin lugar a dudas, el dominio de lenguajes para construir conocimiento es indispensable: la lengua materna (español o lengua indígena), la lengua inglesa, las matemáticas. También son indispensables las competencias para aprender a aprender: el dominio de las tecnologías de la información y la comunicación, las metodologías para la investigación y estudio autónomo, las técnicas para seleccionar y sistematizar información, la capacidad para gestionar proyectos de ciencia, tecnología, arte y sociales. Y también las competencias para la convivencia: habilidades socioemocionales, la capacidad para el trabajo colaborativo y en equipo, la capacidad de resiliencia y automotivación, la capacidad para el análisis de situaciones y la toma de decisiones.


La educación hoy afronta grandes  retos en la aspiración de potenciar integralmente las capacidades del ser humano, de las nuevas generaciones. Vale la pena poner sobre la mesa esos retos, para que educadoras, educadores y sociedad participemos en su atención y resolución.

 

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